Hay lunas llenas para devorar, para ser devorado, para aullar...la última luna llena estuve aullando en mi castillo, aullando en silencio, a gritos, aullando para no ser devorado por una noche escura, con rayos de luna que aún bañando mi piel los siento fríos y lejos...
Llega el día, recupero mi forma, respiro entrecortado y trato de mantenerme en pie, no sé cuando caeré, el cansancio es duro y falta mi mitad. Puede que me equivoque en tratar de ser dos, dualidad impuesta astrológica, puede que sólo deba ser uno, que me desdoble eventualmente...¿a dónde me lleva? A renegar de mí mismo, a restar valor a lo vivido, a lo escogido, a lo ofrecido.
¿Cuánto falta para la próxima luna llena? ¿Cuánto para a volver sentir aullar mis venas? ¿Para querer devorar? Cuánto para devorar fresas y café, noches y días, sudor y saliva. Me siento gato enjaulado, el silencio pesa toneladas, necesito una caricia que me devuelva a sentirme en casa.
1 comentario:
Las noches de luna llena son menos noche, porque la luz de la luna las hace mágicas y las convierte, con sus rayos lunáticos, en días extraños, donde cualquier cosa, por rara que parezca, puede ocurrir...igual ese gato realmente es un lobo, lobo fuerte que no necesita a nadie para ser, para existir...y que cuando aprende eso le resulta más fácil encontrar una compañera con la que compartir la belleza de noches como la de hoy, con esa luna enorme iluminando el camino...
Publicar un comentario