miércoles, 6 de junio de 2012

En el muelle de San Blas....

 Hace tiempo que no hay noticias del marinero que se hizo a la mar ya ni recuerdas cuando, hace tiempo que tus recuerdos se diluyeron en ilusiones distorsionando una realidad que dudas si llegó siquiera a existir, hace tiempo que tus ojos se secaron por  la suave pero dura brisa marina, hace tiempo que dejaste de creer en su regreso pero sigues ahí, impávida, cada día un poco más marchita, hablando con las estrellas y con alguien que, probablemente desapareció.

 Tus amigos, tu familia, tus seres queridos te cuidan, te miman, te esperan y tú estás pero no estás...¿qué buscas en la mar? ¿A quién esperas?. Un marinero se acerca a ti, cura tus heridas cicratizadas al sol pero infectas, te mima,  te cuida, trata de dar luz a tus ojos, de despertarte de tu sueño, de tu letargo, de tu silenciosa agonía que dejaste de compartir por entender que era abyecta, egoísta e inútil.

 Es hora de regresar a casa, de volver a sentir algo más que hastío y soledad, de olvidar esos cuentos con los que soñaste de pequeña, de hablar con espíritus que creaste en un mundo que se convirtió en papel, en luces y notas. Miras una última vez al mar, está calmado como tantos otros días, como tantas otras noches, das un último suspiro y te agarras a quien quiso rescatarte, dudando si no sólo dejó de existir tu marinero sino también tú.

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