El otro día me animé a cumplir una de mis mil y una promesas que guardo en el cajón y van camino de convertirse en utopías, leer un libro de poesía de Corman; "Unidad del dolor". Vaya por delante que no soy lector de poesía, quizás porque la poesía requiere de una sensibilidad o de un estado mental que rara vez tengo, quizás porque requiere un esfuerzo mental que trato de eludir pues suele llevarme a meditaciones, sentimientos, anhelos que no quiero descubrir o afrontar. El caso es que leí varios de los versos y me conmovió el sentir cuán universales son los sentimientos, sobre todo los oscuros. El dolor, la ansiedad, la tristeza, esa cara oculta de la luna parece que es común a los mortales que habitamos este planeta, cierto es que también los son los de la cara amable, el amor, la amistad, la pasión, las ilusiones...´pero me reconozco más en la cara oculta, no sé si es porque éste es mi perfil, mi estado, el camino que escojo o al que me han llevado tantas decisiones equivocadas o unas pocas mal escogidas.
Son unos poemas de lo cotidiano que se leen como un trago amargo de hiel con una métrica extraña para mí pero que a la vez tienen una musicalidad tan conocida y cercana. ¿Qué es el dolor? Los mismos hechos, similares circusntancias son digeridos de tan diversas formas, sentidos de mil maneras que hacen que duden si el dolor es realmente una alarma interior avisándonos que algo no funciona bien o sólo se trata de una comida mal digerida por nuestro estómago que nos impide ver más allá de nuestra nariz, más allá de un camino que no es principio ni fin sino sólo un cruce más de entre otros mil que aún nos aguardan.
¿Quién/qué cura el dolor? Sabina hace años ofrecía "pastillas para no soñar" para vivir cien años, Antonio Vega estuvo "esperando nada", yo piedra en el zapato de algún incauto caminante que osó a caminar a mi lado he jugado a alquimista tomando pastillas para no soñar esperando nada, asiéndome a trenes sin pasajeros, a pasajeros sin trenes, con momentos de lucidez, de locura, de esperanza, de hastío, de respiro, de asfixia pero con un tratamiento equivocado en la unidad del dolor.
Son unos poemas de lo cotidiano que se leen como un trago amargo de hiel con una métrica extraña para mí pero que a la vez tienen una musicalidad tan conocida y cercana. ¿Qué es el dolor? Los mismos hechos, similares circusntancias son digeridos de tan diversas formas, sentidos de mil maneras que hacen que duden si el dolor es realmente una alarma interior avisándonos que algo no funciona bien o sólo se trata de una comida mal digerida por nuestro estómago que nos impide ver más allá de nuestra nariz, más allá de un camino que no es principio ni fin sino sólo un cruce más de entre otros mil que aún nos aguardan.
¿Quién/qué cura el dolor? Sabina hace años ofrecía "pastillas para no soñar" para vivir cien años, Antonio Vega estuvo "esperando nada", yo piedra en el zapato de algún incauto caminante que osó a caminar a mi lado he jugado a alquimista tomando pastillas para no soñar esperando nada, asiéndome a trenes sin pasajeros, a pasajeros sin trenes, con momentos de lucidez, de locura, de esperanza, de hastío, de respiro, de asfixia pero con un tratamiento equivocado en la unidad del dolor.
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